Hola, ¿cómo estás?
Espero que bien. Yo por aquí, aprovechando el momento post-cena de los lunes para escribirte antes de que sea hora de ir a leer y cantar el noni-noni. No lo digo peyorativamente. Es uno de los momentos más lindos de mi día. A veces estoy con más predisposición y energía que otros, para qué negarlo, pero debo reconocer que a medida que mis hijas crecen las conversaciones nocturnas se empiezan a poner más y más interesantes.
Hoy, te voy a contar sobre el Cisne Negro. Un personaje clave en el ballet del Lago de los Cisnes que nos puede enseñar mucho sobre estructurar historias. Y quien dice historias, dice vida, así que, a relajarse y disfrutar…
🪶 Lo primero: escuchar el deseo
Todavía hacía calor y con mi compañero y padre de mis hijas estábamos barajando actividades extra curriculares para las niñas. Teníamos mucha claridad respecto a que un deporte de equipo sería una gran opción. Sin embargo, nuestras hijas nos pidieron enfáticamente que querían hacer ballet.
Como la semana tiene cinco días y había otras ocupaciones los demás días, decidimos escuchar ese deseo más allá de nuestra preferencia.
Vaya si era cierto que querían hacer ballet… esperan con muchas ganas el día que les toca ir y piden canciones para bailar el resto de la semana. Por más que no haya clase, algo de ese momento queda revoloteando y haciendo eco en forma de saltitos entre camas, sillas y sillones.
Tal es así, que cuando mi compañero vio que venía un ballet de Rusia a presentar el Lago de los Cisnes, nos propuso que vayamos. Que él no iría, se aburre, pero que vayamos nosotras.
La invité a mi mamá, que es rusa, y por supuesto la idea no solo la entusiasmó sino que lagrimeó durante el espectáculo al reconectar con sus raíces. Nos contó sobre su época de conservatorio de piano y cómo, cuando era muy pequeña, su madre la llevaba a los conciertos de su ciudad, generalmente con muy poco público, lo que le permitía escuchar mientras daba saltitos entre las butacas.
🪶 Sigfrido, Odette, Rothbart y Odile
La historia del Lago de los Cisnes no dista mucho en estructura del de varios cuentos de hadas. Es bien romántico en el sentido de la representación de la lucha entre el bien y el mal a través de una historia de amor.
El relato va más o menos así (dicho mal y pronto, hiper resumido):
Acto I: El príncipe Sigfrido tiene que elegir esposa por lo cual se dará un baile en palacio.
Acto II: Una noche, previa al baile, Sigfrido conoce a Odette. Odette es una de las jóvenes a quien el hechicero Rothbar ha encantado por lo cual solo se la ve como humana durante la noche. Durante el día, toma forma de un cisne. Odette y Sigfrido se enamoran, pero ésta no puede deshacerse del maleficio salvo que le prometan amor eterno.
Acto III: Sigfrido llega todo feliz y contento al palacio a contarle a su madre que se enamoró. Pero cuando Sigfrido fue, Rothbar ya fue y vino diez veces y como no quiere perderla a Odette que es una reina, le manda a Odile, también conocida como Cisne Negro, al baile para confundirlo. Sigfrido es bastante ingenuo así que cae en la trampa, le propone matrimonio a Odile e inmediatamente después se entera del engaño.
Acto IV: El final tiene dos versiones. Sigfrido enfrenta y vence a Rothbar y libera a todos los cisnes-mujeres encantadas por Rothbar. A veces, con Odette y él muriendo, otras con los dos triunfantes. Elige tu propia aventura: final feliz con o sin sacrificio.
🪶 Dos cisnes, cuatro actos
Como ves, el ballet se estructura en IV actos. La estructura clásica aristotélica propone ordenar las historias en III actos, pero si pensamos en cuestiones de proporción, como el desarrollo tiende a durar el doble que el inicio y el desenlace, podríamos decir que el acto II y III en verdad son, juntos, el 2do acto aristotélico.
¿Por qué? Porque comienza con el primer punto de giro, cuando Sigfrido conoce a Odetta, y con el segundo punto de giro, cuando Sigfrido se da cuenta del engaño del hechicero. Este momento de la historia es lo que llamamos el punto climático.
Incluso, desde la perspectiva del camino del héroe, podríamos decir que es el momento en el que se cree que no hay retorno y que equivale a una muerte interior del protagonista. Sigfrido sale de su mundo ingenuo y descubre la maldad en el mundo. Una transformación de su “yo” que no tiene vuelta atrás, no puede deshacerse, pero que además involucra la mayor transformación de toda la historia.
El Cisne Negro puede ser metáfora de infinidad de cosas: el pasaje a la adultez, la lucha contra la oscuridad interior, la lucha contra el mal... podemos jugar a que representa todo lo que quieras que represente.
Dicho esto: ¿cuál es tu cisne negro?
Sea que escribas narrativa o divulgación, ¿cuál es la prueba más difícil, el momento más complejo, el punto más doloroso que las personas que te lean deberán atravesar?
Ese es tu tercer acto. No tiene sentido que el Cisne Negro se devele ni antes ni después de este momento. Ese es el punto que te organiza de atrás para delante y de delante para atrás el resto del contenido de tu libro.
🪶 Mostrar como una manera de enseñar
Desde hace unos días, a partir de una tarea escolar, la mayor de mis hijas estuvo escribiendo una historia. La tenía bastante enganchada. Tal es así que en cualquier momento del día agarraba su computadora y se ponía a tipear. El fin de semana estuvo avanzando bastante. Yendo y viniendo como quien da saltitos sobre el sillón.
El tema es que ahora, era más que eso. Ahora tenía que estructurarla enserio. Ahora tenía que entregar el relato terminado.
Y todo cierre siempre es un duelo, ¿cierto?
No podía con eso. Se había quedado atrapada en el clímax de su historia, en su Cisne Negro, y no podía avanzar.
Por eso, no me sorprende que cuando acompaño procesos de escritura de libros, aparezcan duelos por muertes reales o simbólicas. Lo que aparece es la necesidad de dar un sentido.
El que da el sentido es el punto final, el que nos remite al inicio, el que da cuenta del recorrido: así llegué a mi Cisne Negro y así salí de él.
El domingo me levanté pensando en cómo ayudar a Ivana a cerrar su historia sin explicarle todo el universo complejo de la narrativa. Por suerte, ya teníamos en común la experiencia del ballet. Le expliqué que su historia del volcán que da origen a la constelación del zafiro azul se había quedado trabada en el tercer acto. Que tenía que cerrar el telón en el momento más duro por más que fuera difícil y abrirlo de nuevo para dar inicio al acto de cierre para que resolviera.
No sé hasta dónde captó lo que le quise transmitir, lo que sí sé es que terminó su historia esa tarde y hoy, hace unos minutos, me la mostró pegada en su carpeta.
Tiene exactamente cuatro páginas.
Ahora que ya escribí, me toca lectura y noni-noni.
Un beso y hasta el lunes que viene,
Kari.
Eso es todo por hoy. Gracias por leer hasta acá.
¿Me contás sobre algún Cisne Negro que se te haya venido a la mente?
Como siempre, me encanta leerte en comentarios.
Mi cisne negro en este momento es un proyecto cultural que conducía, me alejo que necesito cerrar y no puedo. Llevo muchísimo dando vueltas con ese cierre concreto que no puedo elaborar. Me alejo y retorno, y lo vuelvo a soñar encendido de luces.
Me encantó encontrar tu Nota después de un día o dos de darle muchas vueltas a este cierre... Ojalá pueda encontrar ese mensaje que lo resume todo.
Mi cisne negro es cómo darle forma a 10 años de experiencia en el aula, y si le va a servir a algún docente, porque a veces, lo que funciona para un grupo no funciona para otro. Parecen como anécdotas.