Hola, ¿cómo estás?
Antes que nada, no, no estoy delirando.
Juro que tengo un punto cuando digo que nadar me enseñó a escribir.
Seguí leyendo para saber cómo…
🏊♀️ Cuestión de gusto
Nadar no es para cualquiera.
Sí, claro, si es ir a pavear a un mar calentito, bueno.
Me refiero a entrenar el nado.
A ir incluso cuando hace frío.
Bancarse el contraste de temperatura con el vestuario vaporoso y luego viceversa: salir con la humedad pegoteada al frío del afuera.
Las canillas de la ducha del club a las que no le cazás la onda con la temperatura.
Los oídos que se tapan con una gota que quizá no sale hasta que, caprichosa, se desliza en la almohada a medianoche.
El olor a cloro que persiste en la piel al día siguiente.
No todo es grato en el ir a entrenar nadar, pero igual se elige.
Lo mismo con la escritura.
No siempre escribir es el acto color de rosas que te dibujan pinterest y las cuentas de journaling. A veces, escribir es también todo eso incómodo. Pero igual se elige.
“No escribir es un buen trato, aunque mucho peor que escribir”.
Flannery O’ Connor
🏊♀️ Cuestión de estilo
Desde chica que me gusta nadar.
Hoy no sé cómo, pero iba sola caminando unas cuantas cuadras desde mi casa hasta el club. Me daba vergüenza cambiarme delante de las otras mujeres y procuraba mirar hacia abajo todo el tiempo porque sentía pudor al ver tetas de tantas formas y pelos en lugares en donde yo aún no los tenía. En invierno volvía con el pelo mojado debajo de un gorro de lana y la nariz congelada. Era una niña introvertida y no me era fácil hacer amigos.
Pero el agua…
Toda la incomodidad que me significaba la travesía de ir a nadar no le ganaba al placer de sentirme flotar en el agua tibia, a la sensación lúdica que habitaba en mi cuerpo cuando me desplazaba en subacuático, al desafío de mantener la respiración lo más posible o al impulsarme para tocar el fondo con los pies en la oscura y silenciosa profundidad de la piscina.
Tenía un estilo favorito.
Pecho.
Era mala en crol, vaga en espalda y poco coordinada en mariposa.
En pecho era la más rápida del grupo.
Y una competencia demostró que era la más rápida del distrito.
Cerca de los 12 años me llegaron otras responsabilidades y tuve que dejar de ir a clases de natación; esa destreza dejó de tener espacio para desplegarse.
La escritura necesita su espacio como nadar necesita del agua profunda y no del charco.
“Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instalarme en el vacío. Es en este vacío donde existo intuitivamente.”
Clarice Lispector, “Un soplo de vida” (Ed. Siruela)
🏊♀️ Cuestión de técnica
Hace ya más de un año que ir a nadar es parte de la rutina familiar.
Dos veces por semana, mi compañero, mis hijas y yo salimos al club.
Llueva, truene o haga frío.
Cada uno de los cuatro en su propia clase y el folklore de las antiparras, el cloro y la humedad en compartido.
Me gusta ir a clase para que me corrijan, para que me den indicaciones que me hagan ir mejorando y desafiándome.
En mayo del año pasado un profesor me hizo dos observaciones sobre mi nado de pecho. Sutilezas respecto de la posición de las rodillas en la patada y que achicara la brazada. Esto último fue lo que más me costó pues tengo hiperextensión en los codos y me llevó tiempo sacar fuerza en tríceps y pectorales para lograrlo.
La semana pasada la currícula del natatorio volvió a indicar clases de pecho.
Soy la más rápida de la clase en este estilo.
Incluso de compañeros que me sacan varios centímetros en altura y músculos.
Puedo sacarles ventaja sin siquiera agitarme.
Es cuestión de técnica.
En el Notas al margen #40 conté que con una clienta sacamos un manuscrito hermoso en un mes. 180 páginas tamaño a4 a 1.5 de interlineado.
¿Cómo? Pues con técnica.
Por supuesto que había condiciones previas; como yo tenía la experiencia de nado de pecho en la infancia, esta mujer tenía un recorrido de años en lo suyo y material de sobra para que eso fuera posible.
Del mismo modo en que el profesor supo decirme poné la rodilla así y el codo asá, de este lado pude decirle dos o tres cuestiones que hicieron cuajar ese material previo.
La técnica como herramienta indispensable.
A veces queremos forzar escribir.
Pero no se trata de hacer brazadas y patadas desesperadas a lo loco.
Se trata de saber cómo y cuándo hacer el movimiento y, luego, dejarse desplazar.
“…una de las cosas más prácticas de ser escritora es que no se desaprovecha nada; cualquier experiencia sirve para algo; tiendes a verlo todo como una estructura potencial de palabras.”
Shirley Jackson
🏊♀️ Terminó la clase
Si estabas buscando la posdata o el “call to action” de hoy, lamento decirte que no, no tengo nada más que lo que ya leíste.
En este momento no tengo cupo para cursos, programas, talleres, propuestas ni para sumar más clientas. Y así será hasta después de julio.
No te preocupes. Mientras, seguimos charlando por aquí.
Amo escribir este news.
Cuando escribo me siento como pez en el agua.
Un beso y buena semana.
Kari.
Eso es todo por hoy. Gracias por leer hasta acá.
¿Hay alguna actividad en la que te sientas como pez en el agua?
Como siempre, me encanta leerte en comentarios.
Me encantó :)
Me siento como pez en el agua contando historias del pasado con lujo de detalles.
Excelente analogía. Me llegó profundo. Gracias.